Andor: un nuevo estilo de baile

Narrando en paralelo el origen de la persona y del espía, la serie protagonizada por Diego Luna extiende el canon de Star Wars a lugares narrativos y espaciales que poco se han explotado, entregando frescura a un universo demasiado visitado.

Cuando George Lucas soltó el timón y vendió la marca Star Wars a Disney, era obvio que la casa del ratón iba a exprimir el producto hasta el hartazgo. Y si bien la experiencia fílmica de la última trilogía fue de más a más-o-menos a menos, la oferta en películas individuales y series de TV ha tenido más aciertos que fallos. 

“Rogue One: A Star Wars Story” es el mejor ejemplo del primer grupo: explotando una mini historia de la saga original, el sorpresivo filme se bañó estilísticamente de guerra civil, pobreza y escala terrenal, dando un tono único hasta ese momento, con héroes tan desechables como queribles. 

Uno de ellos es Cassian Andor, un serio líder rebelde que apuntaló a un pequeño grupo contra el imperio en una misión suicida. Sin un pasado claro pero con una misión precisa, el personaje encarnado por el comprometido Diego Luna entregó una posibilidad muy valiosa a Disney: narrar el origen de algunos rebeldes mostrando nuevos mundos. 

A veces es bueno mirar atrás.

Así nace “Andor”, esta serie de dos temporadas de doce episodios cada una -los primeros tres de la primera ya están disponibles en Disney+ – que narran cinco años en la vida del titular Cassian Andor, un ladrón cuyas habilidades parecen ser más útiles en la gran lucha contra el Imperio.

Y aunque en la búsqueda de variedad de Disney “Andor” bien pudo terminar siendo cualquier cosa, el que Tony Gilroy, guionista de la cinta madre, vuelva a hacerse cargo de esta precuela serializada permite mantener el tono sucio y serio de esta historia de espías estelares.

Ayuda mucho Diego Luna, actor mexicano que lleva mucho tiempo pelando el ajo en Hollywood y que con este personaje explotó la severidad que se le conoció tanto en “Rudo y Cursi” como en “Elysium”: sin dar descanso al sigilo en el día a día, Luna lleva el tono en los tres episodios con toda la experiencia del mundo, veta narrativa que rellena un gran porcentaje de esta primera tirada.

Los bares del lore Star Wars tienen algo especial.

Distinta es la otra historia que nos cuentan: el origen natal de Cassian, y que en este caso corresponde a Kassa, un joven indígena del planeta Kenari, invadido y destrozado por el imperio, y que es separado/rescatado cuando una nave cae a tierra y amenaza la existencia de su pueblo aborigen, episodio que sin tener mucho que ver con la saga original, bien puede expandirse en los próximos episodios de manera atractiva. 

Y es que hasta ahora les ha funcionado: si Rogue One sentó las bases de este submundo del lore Star Wars, “Andor” lo explota para entrar al detalle de la vida de uno de los espías rebeldes más importantes para el espectador moderno. 

Lo mejor es que lo hace con un ritmo trepidante que amplifica paulatinamente la tensión, sobre todo en el tercer episodio. Y como lo hace mezclando las historias de origen del personaje y del espía, “Andor” arma un paralelo narrativo y emocional entre Cassian y Kassa, casi dando a entender que el destino del joven estaba escrito desde antes. 

El rollo aborigen del show promete mucho.

No así el de esta serie, que aunque nació como un spin off de un spin off, y su personaje tiene un final ya escrito, mantiene el potencial para transformarse en la mejor serie Star Wars de todas. 

Al menos su inicio es prometedor. 

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