Cruella, o la sana reinvención de la malicia

Es fácil olvidar lo mala que es Cruella de Vil en el film de 1961. Basado en el mucho más oscuro cuento “The hundred and one dalmatian”, -donde la villana incluso ahoga gatitos-, la pomposa, acaudalada y abusiva antagonista principal del clásico filme de Disney se pasea caótica en la escena, rodeada de una hedionda humareda verde que asocia de inmediato el humo del cigarrillo con la toxicidad humana que representa para los cachorros y su familia humana.

Tóxica

Nada de eso ocurre en “Cruella”, live action que cuenta el origen de la albinegra villana. Prohibido el tabaco en todos los productos Disney sin excepción, la historia de cómo nace la locura de Cruella recibe un lavado de modernidad, actualizando las grietas del sistema que podrían dar vida a un personaje tan siniestro como la titular.

Por eso la evolución de la pequeña Cruella parte con una historia similar a la de “Daniel el travieso”, navegando por un mundo que no comprende su sentido del humor, amor y de la moda.

Motivada por sus circunstancias de vida, y ya acompañada por sus dos patiños clásicos, Cruella toma sus habilidades y en modo rebelde con causa les saca lustre para primero ser una mente brillante con mala suerte hasta que la suerte golpea su vida. De ahí, es el show de Cruella, rostro que encarna la genialidad más comprendida ahora en el mundo de la moda.

Lo que usted diga señorita Cruella

Ahí está lo mejor de “Cruella”. Con un soundtrack, estética y ritmo que cumple todos los requisitos para transformar al filme en un cuento moderno para las nuevas generaciones, la Cruella de Emma Stone lleva con comodidad su historia, dominando con propiedad cada momento en que aparece en pantalla, siempre escoltada por un reparto de nivel que sabe agachar su cabeza ante el huracán que es el personaje titular

Con guiños cariñosos a la cinta original y suficiente material para comenzar la producción de una secuela y hasta un nuevo remake del original, “Cruella” debe ser la apuesta más segura de esta segunda vida que tiene el catálogo de Disney.

Sin un canon que determine los porqué detrás de esta historia de secuestro canino, los guionistas trabajaron con toda la libertad del mundo, pudiendo retorcer los giros de la trama lo suficiente para repartir impactos emocionales bien desplegados en las más de dos horas que dura la cinta.

El diablo viste en blanco y negro.

Por eso el viaje es entretenido. Está lleno de hitos pop y momentos que seguramente transformarán a Cruella en el disfraz de moda el próximo Halloween. Por que si algo sabe hacer la factoría Disney es tomar personajes malos para darle una segunda vida como modelos a seguir, tcomo Loki o Maléfica.

Por eso “Cruella” es una nueva oportunidad de Disney para reescribir su pasado. Y si en su catálogo histórico en Disney+ advierten sobre el racismo, consumo de tabaco u otra incongruencia temporal en sus cintas, en “Cruella” reemplazan el asesinato masivo de cachorros dálmata y lo transforman en una especie de malentendido, otorgando al villano más malo el beneficio de la duda y un poco de compasión.

Al menos ahora no fuma.

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