Godzilla vs. Kong: el monstruoso K.O. del Monsterverse

Aunque lograr 297 millones de dólares de taquilla no parece tan maravilloso, en el pandémico contexto actual, con cines cerrados y estrenos online, el valor del monto alcanzado por “Godzilla vs. Kong”, la cuarta entrega del denominado Monsterverse de Legendary Pictures, es otro. 

Mucho más evidente fue el éxito que tuvo en streaming: es la cinta más exitosa lanzada en HBO Max, superando al ultramencionado “Justice League’s Snyder Cut”.

¿Cómo logró instalarse en el colectivo fílmico actual esta pelea a combos y mordidas entre dos símbolos cinematográficos del viejo mundo?

Hay un par de claves que explican tanto este guaracazo en popularidad como el porqué Kong, Gojira y Cia. han facturado casi 1.500 millones de dólares en cuatro películas.

We love monsters

Cuando “The Meg” -esa aventura oceánica que enfrentó a Jason Statham con un monstruoso y cenozoico tiburón megalodonte- reunió 530 millones de dólares de taquilla, la crítica se rascaba la cabeza tratando de entender dónde estaba el encanto de esta ridícula premisa. 

No eres tú, soy yo.

La clave está en el espectáculo. Finalmente, eso fue lo que llevó a la gente a ver la ahora infame “Godzilla” de Roland Emmerich, que pese a las morisquetas de duda de críticos fílmicos y fanáticos del monstruo japonés, también sacó cifras azules en tickets vendidos. 

Por que eso es lo mejor que ha hecho esta monstruosa saga : dar espectáculo. Y aunque siempre es complicado sensibilizarse ante las pretensiones de un gorila del porte de un edificio, lo que se insinuó en “King of Monsters” se desató a cornete limpio con “Godzilla vs. Kong”, regalando además un muy bien logrado fondo lleno de neón, naves flotantes interdimensionales y el  impresionante espectáculo visual que resultó ser La Tierra Hueca, hogar de estas enormes bestias.

Factor humano

En la medianía  del metraje de “Godzilla vs. Kong” muchos debieron pensar; ¿se podrá hacer una cinta de monstruos sin esos molestos humanos?

Como la escala con que muestran a Kong y Godzilla es enorme, el espectador puede a ratos olvidarse de esas personas que, supuestamente, llevan adelante la trama.

Lindo show. Ustedes miren de lejos.

Entonces Alexander Skarsgård, Millie Bobby Brown , Rebecca Hall y Eiza González no llevan la acción, sino que acompañan a los monstruos. Son el decorado de un show, a diferencia de lo que ocurre en “Kong: Skull Island”, donde la misión -formada por ese insuperable casting– son clave para encontrar al Rey Kong.

Y a diferencia de la última parte de la saga “Transformers”, que sufre con ese desequilibro humano-robot, acá los encargados han manejado con mucho mejor tino el factor humano en estos espectáculos de gargantuesca escala.

Crecer lento 

Aunque el monsterverse fue ideado desde su incepción por el entonces CEO de Legendary Pictures -haciendo malabares con los derechos de estos monstruos para terminar en la titular “Godzilla vs. Kong”- siempre dió la sensación de que esto fue lento.

Descansa Rey Kong. La pega está hecha.

Lo mismo ocurrió con el Universo Kingsman, que sólo se concretó una vez la primera cinta la rompió en su estreno. Hoy, se espera una precuela, una secuela, un spin off  y una serie basada en este mundillo de asociaciones de espías que ha logrado el aplauso de la crítica y una millonaria bolsa.

O el MCU, que no olvidemos reunió a un héroe B del cómic, junto a un actor vilipendiado por la industria, para dar inicio a esa montaña rusa de dólares llamada Vengadores. Todo con calma.

Pero no siempre es así. Que lo diga la DCEU, cuyos éxitos de taquilla no se han traducido en un universo claro.

O el clásico mundillo de terror de Universal -¿se acuerdan de “La Momia” de Tom Cruise?-  que pese a los cameos, planes, grandes nombres y la incuestionable fama y éxito cinematográfico de Drácula, el Hombre Lobo, el Hombre Invisible y más, simplemente no fue. 

El incuestionable éxito de “Godzilla vs. Kong” refleja un poco la inconsistencia detrás del fenómeno del universo cinematográfico. La clave está ahí, entre puñetazos, rayos radioactivos y ese mundo antiguo que, pese a la unidireccionalidad de las motivaciones de Kong y Gojira, logra excitar porque entregan lo único que pueden asegurar un cara a cara entre estos dos: un gran espectáculo. 

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