Sweet Tooth: una apocalíptica fantasía dramática para toda la familia

Definida como “el producto de Mad Max y Bambi”, “Sweet Tooth” se estrenó sin mucho escándalo hace poco más de un mes en Netflix, siendo eclipsada mediáticamente ante nuevo contenido de otras plataformas y un par de torneos de fútbol continentales.

Tampoco ayudó el no tener nombres propios conocidos y el tono promocional, quizás muy tierno y acogedor para los espectadores enamorados de los cínicos superhéroes de Prime Video y ese circo llamado MCU.

Qué equivocados estábamos.

Pasando rápido de la dulce ternura a la dura realidad del mundo en que viven sus protagonistas, “Sweet Tooth” es una historia coral en torno a un gran tema: buena parte de la humanidad falleció por un virus y los pocos sobrevivientes – llamados Los Últimos Humanos- si no se están matando entre sí, están capturando híbridos, niños humanos con rasgos animales y que son vistos como los culpables del virus que azotó al globo.

Uno de ellos es Gus (Christian Convery) humano-ciervo que creció y aprendió a hablar gracias a su padre, el que en medio del desastre reúne sus cosas y se muda al bosque, donde viven hasta que la infame enfermedad complica todo.

El fatídico séptimo cumpleaños, que da inicio al horrible mundo llamado adolescencia.

De ahí en más, las aventuras de Gus saltan de momentos esperanzadores a giros que, de buenas a primeras podrían ser muy oscuros para los menores de la casa. Es acá donde “Sweet Tooth” se diferencia y luce al dejar espacio suficiente para sentir un terror contingente y cercano sin impactar gráficamente a su audiencia.

Esto último no es menor. Con cazadores de niños, científicos que operan híbridos vivos y adultos en general detestables, “Sweet Tooth” es mucho más que una historia de acción llena de mutantes en un jardín infantil. Funciona a ratos como una fábula ecológica, en otras como tratado sobre la fe y la amistad, pero siempre aterrizada en cuanto a lo que muestra a su audiencia.

Serie vs comic.

Y aunque los caminos y curvas donde se mete la historia rozan niveles de tenebrosidad dignas de Game of Thrones, éstas se van resolviendo gracias a los pocos elementos que puede entregar una parábola sobre aprendizaje en medio de una crisis global apocalíptica: la infantil esperanza de Gus, la diosa fortuna y el poder de la amistad, últimos vestigios de humanidad que van quedando en el mundo de “Sweet Tooth”.

Así, en 8 episodios, la saga de Gus vs El Mundo va presentando mensajes constructivos ocultos detrás de situaciones que asoman demasiado serias para un espectador Sub 13 pero que en su bajada va armando la historia básica de Gus, la que de seguro identifica a los proto-adolescentes del hogar: el ser un niño incomprendido rodeado de adultos malvados en un mundo pandémico.

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