Viuda Negra: back in black

“Black Widow”, pese a la escala de la historia, no dejar de ser una historia pequeña, un reto más que la protagonista debe enfrentar mientras el macro universo corre peligro a nivel geopolítico.

Cuando Nick Fury decidió asomar su nariz en la escena post créditos de “Iron Man” para dar a conocer la Iniciativa Avengers, pocos sabían que el brazo armado de esa instancia nacida dentro de S.H.I.E.L.D. iba a ser Scarlett Johannson, entonces rostro indie con enorme potencial fílmico.

Patadas voladoras varias, y una posero aterrizaje de superhéroe después, Romanoff se transformaría en el rostro más constante de esta pléyade de películas, y donde la Viuda Negra, sin mucho esfuerzo narrativo de sus creadores, se paraba de igual a igual a a buena parte de los agentes, villanos y héroes que la acompañaron en su ruta gracias a su incuestionable magnetismo y un misterioso pasado.

Algo de ese pasado explica “Black Widow”, filme que paga con creces la deuda que el MCU tenía con el sufrido personaje de Scarlett Johansson. Además de ser una de las mejores historias de origen de los personajes del MCU, no se desvía nunca del ethos que rodeó a la Viuda Negra en su pasada por los cines: acción y más acción, con algunas secuencias tan descabelladas como hermosamente coreografiadas.

En ese sentido, la historia familiar de Natasha, y el cómo ingresa al mundo del espionaje internacional, mantiene suficientes sorpresas para capturar la atención del fanático más aguja del MCU sin perder el nexo con el macrouniverso que la rodea. “Black Widow”, pese a la escala de la historia, no dejar de ser una historia pequeña, un reto más que la protagonista debe enfrentar mientras el macro universo corre peligro a nivel geopolítico.

En ese sentido, el reparto tiene un rol bien definido. Mientras los papás de Natasha, interpretados acertadamente por David Harbour y Rachel Weiz, entregan contexto, humor y drama en cantidades necesariamente ajustadas, es Florence Pugh como Yelena Belova, hermana de la titular, quien debe representar una suerte de antítesis de Natasha, tanto en espíritu como en sus motivaciones.

En esa dinámica, y como suele ocurrir en el MCU, los villanos salen perdiendo. Esto es bueno acá, pues el viaje final es de Scarlet y nadie debe opacarla, ni el malévolo general ruso ni el esperado estreno de Taskmaster. Y aunque este último tiene un look asombrosamente cool y a ratos parece ser una real amenaza, el show es de Natasha primero, y su hermana Yelena después.

Porque no olvidemos que Romanoff está muerta. No Yelena. Y con Johansson formalmente out, es Pugh la nueva estrella, una actriz que, al igual que Scarlet hace 10 años, es un rostro indie con enorme potencial fílmico y un rango actoral que pocos pueden igualar en este universo cinematográfico,

Esto le permite al MCU hacer algo que nadie había visto en el MCU hasta ahora: pasar el testimonio heroico en pantalla, sin arrugas, pataleos ni críticas con sentido irreal, de un personaje ficticio hacia otro personaje ficticio. De Natasha a Yelena. De Johansson a Pugh.

La viuda ha muerto. Que viva la viuda.

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